Vanishing Memory Log

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[La que intentaba saltar]

El día que decidió saltar, cuando los pies abandonaron el suelo y comenzó su precipitada caída, sintió miedo y excitación a partes iguales. Era libre. Imaginaba cientos de nuevos caminos abriéndose en el horizonte, listos para ser conquistados. Abandonaba un mundo para entrar en otro. Un salto de fe lo llamaban, no sabía donde iría, pero sería mejor. Había oído decenas de historias de viajantes que lo habían conseguido, lo que no le contaron es que era todo una fábula, o al menos, no iba a ser un gran salto para ella. A mitad de caída sintió los primeros hilos anudados en brazos y piernas. De algún modo ya sabía que esos hilos estaban ahí, pero no su fuerza. Casi podía ver el fondo del abismo, un camino empedrado, luces de neón al fondo, música, el sonido de olas batiendo sobre un dique, el olor del sake caliente, árboles con apropiada forma de sombrilla; cuando los hilos se hicieron tangibles, robustos, 12 hilos para ser exactos que frenaron su formidable acrobacia y la devolvieron a tierra firme. Ya completamente consciente de su existencia comenzó a tirar de ellos, a entender. Las marionetas se desbaratan sin hilos que las gobiernen. Los hilos frenaban cualquier caída. Algunos recuerdos de repente tenían más sentido que nunca. Supo que los hilos eran esenciales a su existencia, podría tal vez cambiar uno por otro, repararlos, pero eran parte de ella. Una fulminante ocurrencia ardió en su mente, no podía ni verbalizarla, tiró de uno y sintió que algo cedía, al tiempo que un vacío en el estómago la atenazaba. Uno debe ser lo que es, se dijo cautelosa, dejando el hilo en su lugar. Al menos ahora sé lo que soy. Miró de nuevo al vacío, intentando no imaginar nada. Desandó los pasos, los hilos se difuminaban, el abismo se difuminaba. Todo de nuevo como siempre. Pero ahora, por primera vez, a cada paso sentía el roce de sus cuerdas.